"No necesitamos que
nadie nos enseñe brujería, porque en realidad no hay nada que enseñar.
Lo que necesitamos es un maestro que nos convenza de que existe un poder
incalculable al alcance de la mano, escondido dentro de nuestro ser, y
que podemos alcanzarlo. Una vez que lo alcancemos, empezamos a ver, es
decir, a percibir algo más, no como una cosa de la imaginación, sino
como algo real y concreto. Y después comenzamos a saber de manera
directa, sin tener que usar palabras... Es una percepción acrecentada,
un conocimiento silencioso..."
Don Juan cuando se refiere a la "brujería" la define como el procedimiento para limpiar, para desempolvar nuestro vínculo con el intento. Y que en realidad no es necesario que nadie nos enseñe, sino de que hay que seguir un proceso para convenzernos de la existencia de un "poder incalculable al alcance de la mano, escondido dentro de nuestro ser". Puede ser siguiendo las enseñanzas de un maestro, de un guía, practicar ciertas tecnicas para elevar la conciencia o bien confiando que ese poder que reside en nuestro interior se nos manifieste....¿porque no?
En cualquier caso tendremos que "desempolvar" nuestro vinculo con el intento. Un maestro puede enseñarnos como hacerlo, puede guiarnos en ese proceso, revelarnos tecnicas que nos facilite el logro de "desempolvar".
La senda espiritual es como cualquier camino: hay baches y desvíos. Para andarla con seguridad se necesita una cualidad muy poco enseñada pero que resulta crítica: discernimiento, y con ello desarrollar el criterio necesario para llevar una vida espiritual con inteligencia y claridad.
Fuente: Sinopsis de Con los ojos bien abiertos: la practica del discernimiento en la senda espiritual, por Mariana Caplan
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