La medicina mágico-religiosa es la medicina que el hombre ha practicado por más tiempo a lo largo y ancho del planeta Tierra. Un chamán, el primer Hombre-medicina del paleolítico, periodo Magdaleniense, de hace cerca de 15.000 años, aparece representado en la cueva paleolítica de los Tres Hermanos (Trois Frères) situada en los Pirineos franceses, cerca de la frontera con España, cueva que fue descubierta en 1920. La figura, conocida como "el hechicero" o "el brujo", está grabada y también parcialmente pintada con negro. Representa a un ser antropomorfo con piernas humanas, genitales masculinos, patas de oso, cola de caballo, astas y orejas de ciervo, barba de bisonte y ojos de búho. La figura se halla situada a cuatro metros de altura, por encima del resto de las figuras de la cueva, dominando todo el espacio a su alrededor, el chamán paleolítico es la figura más destacada y conocida de la cueva. La figura del Chamán de la Cueva paleolítica de los Tres Hermanos, en el Pirineo medio francés, dibujada en 1920 y estudiada por el arqueólogo y clérigo Henri Breuil, pionero de la investigación del arte paleolítico y primer catedrático de prehistoria del Collège de France (1920-1938) y estado actual de la imagen del primitivo chamán paleolítico.
El chamanismo es un fenómeno original de Siberia y del Asia Central, que hoy todavía se practica en Siberia y entre los esquimales. El chamanismo se basa en una experiencia extática, un entrar en trance, un disociamiento de la conciencia, que lo relaciona con prácticas religiosas del mundo oriental. El chamanismo es un saber que conlleva un gran poder sobre la sociedad en la que desempeña un papel institucional, dirigiendo el proceso de socialización. El chamán ejerce un poder mágico, adivinatorio, curativo, meteorológico, poético, sacerdotal, militar y político que lo convierte en un guía espiritual de la comunidad. A diferencia del cacique que ostenta el poder político, el chamán hace de intermediario entre la comunidad y las fuerzas sobrenaturales que reordena culturalmente. Su acción tiene que ver con la fertilidad de los cultivos, la caza y la pesca.
Mohanes, piaches, ojques, jaibanás, etc. los llamaron los cronistas de la conquista, certificando su existencia por todo el territorio nacional. La Iglesia los persiguió desde la colonia emparentándolos con el demonio llamándolos: "la pestilencia contra nuestra Santa fe católica", por su fuerte oposición al proceso evangelizador. Se denomina al chamán Jaibaná en el Chocó, Piache en la Guajira, Mamo entre los Kogui de la Sierra Nevada, Payé en el Vaupés y Curaca entre los Sionas. El chamán actúa solo, realiza ceremonias rituales individuales y colectivas. Opera con símbolos, metáforas y signos, utiliza sustancias sicoactivas como el yagé, el yopo y el tabaco, el ayuno y la abstinencia sexual previa, la música y el canto, maracas, flautas, tambores, sahumerios, amuletos, plumas, pelos, piedras, espinas, huesos, dientes, collares y otros adornos. Es capaz de sanar y de enfermar. Dialoga ampliamente con el enfermo, canta los mitos de la comunidad, invoca los espíritus. El chamán a través de ritos y ceremonias es puente entre el mundo natural y el mundo sobrenatural; cura física y síquicamente, actúa sobre el inconsciente individual y el colectivo social del enfermo.
La enfermedad para el chamán en un desequilibrio del hombre con la naturaleza y la cultura, la salud es equilibrio que se logra restituyendo el orden cultural. Convence y está convencido de lo que hace, consagrado a servir a la comunidad, es escogido desde su niñez por ciertas peculiaridades físicas y síquicas, se forma tras riguroso entrenamiento de años, tiene un conocimiento extenso sobre las plantas medicinales, sus acciones simbólicas provocan cambios en la psicofisiología del enfermo que Leví-Strauss equipara a la terapia psicoanalítica. Hace el papel de intérprete, agorero, ve el pasado y adivina el futuro de la comunidad, guía y protege a la comunidad con sus decisiones, halla cosas perdidas. No hace daño a su comunidad, pero lo puede hacer a tribus enemigas o chamanes rivales. Un chamán puede tomar la forma del jaguar a voluntad, realizar vuelos chamánicos en que se disocia del cuerpo, madurar frutos y dirige todos los rituales del ciclo vital de su comunidad.
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