EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO
1. El silencio interno 2. Detener el diálogo interno 3. El arte del silencio interior (por Daniel Cúperman) 4. La sabiduría del silencio interno (por Oskar Salazar) 5. Del Silencio interno y Místico (por Miguel de Molinos) 6. Más allá del pensamiento (por Eckhart Tolle) | |
"No necesitamos que nadie nos enseñe brujería, porque en realidad no hay nada que enseñar. Lo que necesitamos es un maestro que nos convenza de que existe un poder incalculable al alcance de la mano, escondido dentro de nuestro ser, y que podemos alcanzarlo. Una vez que lo alcancemos, empezamos a ver, es decir, a percibir algo más, no como una cosa de la imaginación, sino como algo real y concreto. Y después comenzamos a saber de manera directa, sin tener que usar palabras... Es una percepción acrecentada, un conocimiento silencioso..."
Don Juan Matus
El conocimiento silencioso fue una faceta entera en la vida y actividades de los brujos que vivieron en México en tiempos antiguos. De acuerdo con Don Juan Matus, el conocimiento silencioso era el resultado más codiciado por ellos, y lo buscaban a través de cada una de sus acciones y pensamientos. Don Juan definió el conocimiento silencioso como un estado de la conciencia humana en el que todo lo que es pertinente al hombre (¿y al universo?) es instantáneamente revelado, no a la mente o al intelecto, sino al ser total. Explicó que existe una banda de energía en el universo que los chamanes llaman la banda del hombre, y que dicha banda está presente en los seres humanos. Me aseguró que para los chamanes videntes, quienes ven directamente cómo fluye la energía en el universo, y que pueden ver al ser humano como un conglomerado de campos energéticos en forma de una esfera luminosa, la banda del hombre es un borde de luminosidad compacta que corta transversalmente la esfera luminosa en un ángulo de izquierda a derecha. La totalidad de la esfera luminosa es del tamaño de los brazos extendidos hacia los lados y hacia arriba y, en esa esfera luminosa, la banda del hombre mide quizá alrededor de treinta centímetros de ancho. El conocimiento silencioso, explicó Don Juan, es la interacción de energía dentro de esa banda, una interacción que es instantáneamente obvia para el chamán que ha logrado alcanzar el silencio interno. Don Juan dijo que el hombre común y corriente tiene una noción vaga de esta interacción energética. El hombre la intuye y trata de deducir su funcionamiento, de descubrir sus permutaciones. Por otro lado, un chamán recibe una descarga de la totalidad de esta interacción en cualquier momento en que la ejecución de esta interacción sea solicitada. Don Juan me aseguró que el preludio al conocimiento silencioso es un estado de la percepción humana que los chamanes llaman el silencio interno, un estado libre de pensamientos y verbalizaciones silenciosas, al que los chamanes llaman el diálogo interno. No importa cuánto se esforzó Don Juan por hacerme comprender sus definiciones y explicaciones sobre el conocimiento silencioso, éstas permanecieron siempre oscuras, misteriosas, inescrutables. En su esfuerzo por aclarar aún más este punto, Don Juan me dio una serie de ejemplos concretos del conocimiento silencio. El que más me gusto, debido a su alcance y a su pertinencia, es algo que el llamaba los lectores del infinito. En su búsqueda continua por encontrar soluciones y respuestas, a sus indagaciones, los chamanes del México antiguo descubrieron que cuando se alcanza el silencio interno, la conciencia del hombre puede dar fácilmente un salto a la percepción directa de la energía reflejada en cualquier horizonte dado. Ellos usaban el cielo como horizonte, así como las montañas o, en un espacio más reducido, las paredes de sus moradas. Eran capaces de ver energía reflejada en esos horizontes como si estuvieran viendo una película. Describieron concisamente este fenómeno, como la visualización de la energía con apariencia de un matiz. La sobriedad y el pragmatismo eran para estos chamanes dos requisitos indispensables para alcanzar el conocimiento silencioso, para entrar en otros reinos de percepción. Para navegar de manera genuina en lo desconocido se necesita una actitud de osadía, pero no de descuido. Para establecer un balance entre la audacia y el descuido, un chamán tiene que ser extremadamente sobrio, cauteloso, hábil y estar en un soberbia condición física. Don Juan decía que había cinco asuntos en la vida de esos chamanes alrededor de los cuales giraba su búsqueda del conocimiento silencioso. Estos cinco temas eran:
1. Los pases mágicos;
2. El centro energético en el cuerpo humano llamado el centro de decisiones;
3. La recapitulación: el medio para acrecentar el alcance de la conciencia humana;
4. El ensueño: el verdadero arte de romper los parámetros de la percepción normal;
5. El silencio interno: el estado de la percepción humana desde el cual esos chamanes realizaban cada uno de sus logre perceptivos.
Don Juan continuó explicando que los chamanes que vivieron en México en tiempos remotos, y que establecieron su linaje, fueron capaces de alcanzar el conocimiento silencioso después de haber entrado en su matriz: el silencio interno. Dijo que el silencio interno era un logro de tan tremenda importancia, que lo consideraban la condición esencial del chamanismo. | |
"Lo que se consigue con el silencio de la mente es una desconección con todo lo superfluo que hay en nosotros, se asemeja a una muerte del yo ordinario, condición necesaria para que renazca el verdadero Yo que es el único que puede sintonizar con el Espíritu."
"En esencia la meditación zen procura al practicante el silencio interno a través de la postura y la respiración, a quien lo logra se le abren las puertas al conocimiento directo."
"El silencio interno supone descansar del pensamiento, de las emociones, de la imaginación y la voluntad. Cuando se impone el silencio, puede brotar la intuición."
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El silencio interno
Don Juan definió el silencio interno como un estado peculiar de ser en que los pensamientos se cancelan y uno puede funcionar a un nivel distinto al de la conciencia cotidiana. Hizo hincapié en que el silencio interno consistía en suspender el diálogo interno -el compañero perenne del pensamiento- y debido a eso, era un estado de profunda quietud. - Los antiguos chamanes -dijo Don Juan- le llamaron silencio interno porque es un estado en el cual la percepción no depende de los sentidos. Lo que funciona durante el silencio interno es otra facultad que posee el hombre, una facultad que hace de él un ser mágico... Siguiendo los racionalismos de los chamanes del México antiguo, Don Juan declaró categóricamente que el silencio interno se amontonaba, se acumulaba. En mi caso, luchaba para guiarme a construir un núcleo de silencio interno dentro de mí, y luego añadir a él, segundo a segundo, cada vez que lo practicara. Me explicó que los chamanes del México antiguo descubrieron que cada individuo tenía un umbral diferente de silencio interno en cuanto a tiempo, es decir, que el silencio interno debe ser mantenido por cada uno de nosotros durante el período de tiempo de nuestro umbral específico antes de que funcione. - El silencio interno funciona desde el momento en que empiezas a acumularlo -contestó-. Los chamanes andaban detrás del dramático resultado final, el de alcanzar ese umbral individual de silencio. Algunos practicantes muy talentosos necesitan sólo unos cuantos minutos de silencio para llegar a esa codiciada meta. Otros, menos talentosos, necesitan largos períodos de silencio, quizás más de una hora de quietud completa, antes de llegar al resultado tan deseado. El resultado deseado es lo que los antiguos chamanes llamaban detener el mundo, el momento en que todo lo que nos rodea cesa de ser lo que siempre ha sido. Ése es el momento en que los chamanes regresan a la verdadera naturaleza del hombre -siguió Don Juan-. Los antiguos chamanes también le llamaban libertad total. Es el momento en que el hombre esclavo se convierte en el hombre, el ser libre, capaz de proezas de percepción que son un desafío a nuestra imaginación linear. - Los chamanes necesitan un punto de ruptura para que el funcionamiento del silencio interno empiece -dijo Don Juan-. El punto de ruptura es como el mortero que mete el albañil entre los ladrillos. Es sólo cuando se endurece el mortero que los ladrillos sueltos se vuelven una estructura. Cada chamán que conozco, hombre o mujer, en un momento u otro llega al punto de ruptura de su vida. - ¿Quiere usted decir que sufren algo así como una crisis mental? -pregunté. - No, no -dijo, riéndose-. Las crisis mentales son para aquellas personas que se entregan a sí mismas. Los chamanes no son personas. Lo que quiero decir es que, en un momento dado, la continuidad de sus vidas tiene que romperse para que se establezca el silencio interno y se haga una parte activa de sus estructuras. Es muy, muy, importante -siguió Don Juan-, que tú mismo deliberadamente llegues a ese punto de ruptura, o que lo crees, artificiosamente, inteligentemente. - ¿Qué quiere decir con eso, Don Juan? -le pregunté, atrapado por su intrigante razonamiento. - Tu punto de ruptura -dijo-, es descontinuar tu vida tal como la conoces. - Creo que todo se reduce a un acto -dijo-. Tienes que dejar a tus amigos. Tienes que despedirte de ellos para siempre. No es posible que continúes en el camino del guerrero cargando contigo tu historia personal y a menos que descontinúes tu manera de vida, no voy a poder seguir con mi instrucción. - Momento, momento, momento, Don Juan -dije-. Tengo que frenarlo. Me pide usted que haga algo demasiado difícil. Para serle muy sincero, no creo que pueda hacerlo. Mis amigos son mi familia, mis puntos de referencia. - Precisamente, precisamente -comentó-. Son tus puntos de referencia. Por consecuencia, tienen que irse. Los chamanes tienen un solo punto de referencia: el Infinito.
"El lado activo del Infinito"
Carlos Castaneda |
Detener el diálogo interno
"El diálogo interior se interrumpe como ha comenzado, por un acto de la voluntad. Cada vez que el diálogo cesa, el mundo se desploma y salen a la superficie facetas extraordinarias de nosotros mismos, como si nuestras palabras las hubieran tenido bajo guardia. Eres como eres porque te dices a ti mismo que eres así." Suspender el diálogo interno implica algo más que sólo reprimir las palabras que uno dice a si mismo. Todos los procesos intelectuales deben detenerse, y uno se siente como suspendido, flotando. El mundo es así como es sólo porque hablamos con nosotros mismos acerca de que es así como es. Cambiar nuestra idea del mundo es la clave de la brujería, y la única manera de lograrlo es parar el diálogo interno. Para parar el diálogo interno hay que decretarlo con la fuerza de la voluntad. Una de las cosas que nos ocurren es que nos estamos hablando continuamente acerca de las cosas. Acerca de nosotros, del mundo, de las personas. Entonces etiquetamos, ponemos distinciones, opinamos, generamos un juicio.
“La loca de mi casa“. Así llamaba Sor Juana Inés de la Cruz, a la mente, a su diálogo interno.
Según lo expresado por el Brujo Don Juan Matus, el diálogo interno no es otra cosa que el continuó decirnos a nosotros mismos, a través de la razón, que el mundo es así o de otra manera y que nosotros somos de esta forma especial en que somos. El diálogo interno no es más que el torrente de pensamientos que está forzando a "la realidad", para que ésta se ajuste a nuestra forma de pensar. Este es el motivo por el cual los hombres comunes y corrientes, siempre se la pasan peleados o aburridos con "el mundo", pues el mundo es para ellos nada más que un montón de ideas. El único modo de pensar con claridad es no pensar en absoluto. Según Don Juan, suspender el diálogo interno (detener nuestras ideas de cómo es el mundo y cómo somos nosotros) es la llave del mundo de los brujos. El resto de las actividades son solo apoyos; lo único que hacen es acelerar el efecto de parar el diálogo interno. Este hecho posibilita nada más ni menos que el pasaje a "la otra realidad" a percibir "los otros mundos". Una vez se logra el silencio, todo es posible. Parar el diálogo interno, posibilitaría dejar de gastar energía en el sostenimiento del mundo como "objetos y conceptos" que se ajustan a nuestra razón, y este ahorro sustancial de energía posibilitaría al guerrero " percibir la energía tal como fluye en el universo", libre de las limitaciones que proporcionan la razón y los cinco sentidos. En verdad, nos pasamos la vida hablándonos incesantemente a nosotros mismos acerca de nuestro mundo, y este parloteo constante, nos roba una desmesurada cantidad de energía . Cuando aprendemos a parar este diálogo interno, el mundo cesa y se desploma; y salen a la superficie facetas extraordinaria de nosotros mismos, como si nuestras palabras la hubieran tenido bajo guardia. Somos como somos, porque nos decimos a nosotros mismos quienes somos. De ahí que repitamos las mismas elecciones una y otra vez, hasta el día de nuestra muerte, cuando en verdad hay una infinita variedad de elecciones por hacer, y que no realizamos, por estar "definidos" por este "habladuría constante, que nos limita y nos encuadra. Ahora bien.....cuál es la forma o el método más adecuado, para conseguir detener este diálogo??? Don Juan decía que el modo de terminar con nuestro diálogo interno es utilizar exactamente el mismo método mediante el cual nos enseñaron a hablar con nosotros mismos: fuimos enseñados compulsiva y sostenidamente, y así es como debemos detenerlo: compulsiva y sostenidamente. El detener el diálogo interno, como un medio para poder conectarnos con nuestra "contraparte divina", nuestro "yo superior" o como prefieran llamarlo, es una práctica contemplada también en diversidad de religiones tales como la misma Iglesia Católica, en el Budismo, en el hinduismo etc. y enseñada también en las escuelas de carácter esotérico, su importancia es primordial, ya que posibilita "desconectarnos" del ego, el cual se ha convertido en un guardián implacable, que "filtra" toda percepción, que no provenga de la razón o de los sentidos, eliminando todo intento del "nagual" por manifestarse en "esta realidad". El diálogo interno está sumamente relacionado con la llamada "historia personal", ya que mediante esta, llegamos a concebir al mundo y a nosotros mismos de una manera determinada. Pongamos por ejemplo a un niño de corta edad: su historia personal está limitada a el conocimiento que tiene de su nombre, de sus padres y de su entorno más cercano: humanos, parientes. Todavía no fue a la escuela, o sea que no tiene aún prejuicio alguno en materia de conocimientos y razonamientos, por lo tanto puede percibir sin dificultad a seres tales como a elementales de la naturaleza por ejemplo, pero sus mayores le dicen que eso no existe, que ese tipo de "fantasía" no está bien visto, y terminan por eliminar este "contacto". Cuando va a la escuela y aprende "la ciencia y la lógica", termina por desechar totalmente todo aquello que no se enmarque en estos preceptos "científicos". Va creando su mundo a través de la razón y de la palabra: los pilares del ego para construir esta realidad física. A través del diálogo interno, "nos estabilizamos" en esta realidad, fijamos nuestro punto de encaje en una posición inamovible, que nos permite percibir solamente lo que nuestro ego considera "razonable y lógico. " Mover este punto de encaje es uno de los logros máximos del guerrero El guerrero tiene que "parar el mundo", deteniendo su diálogo interno, ese diálogo a través del cual se alimenta y refuerza la descripción del mundo. El mundo es así como es porque hablamos con nosotros mismos acerca de que es así como es; y luego acumulamos recuerdos sobre ello. Para ayudar a detener el diálogo interno, Don Juan le dice a Carlos que tiene que borrar su historia personal. ¿Qué significa esto?, no depender de todas las formas mentales que se han creado en torno a nuestra persona, provenientes de los demás y de nosotros mismos. Todos cuantos nos conocen tienen una idea de nosotros, y nosotros alimentamos esa idea con nuestros actos, y esto, en cierto modo, nos esclaviza. Los que nos conocen nos dan por hechos, y desde ese momento nos resulta difícil romper el lazo de sus pensamientos. Aunque también nos esclaviza la imagen que tenemos sobre nosotros mismos. Nos hablamos incesantemente a nosotros mismos acerca de nuestro mundo. De hecho, mantenemos nuestro mundo con nuestro diálogo interno. Y cuando dejamos de hablarnos sobre nosotros mismos y nuestro mundo, el mundo es siempre como debería ser. Con nuestro diálogo interno lo renovamos, lo encendemos de vida, lo sostenemos. No sólo eso, sino que también escogemos nuestros caminos al hablarnos a nosotros mismos. De ahí que repitamos las mismas elecciones una y otra vez hasta el día en que morimos, porque continuamos repitiendo el mismo diálogo interno una y otra vez hasta el preciso momento de la muerte. Un guerrero es consciente de ello y lucha por detener su diálogo interno. El mundo es todo lo que hay aquí encerrado: la vida, la muerte, la gente y todo lo demás que nos rodea. El mundo es incomprensible. Jamás lo entenderemos; jamás desentrañaremos sus secretos. Por eso, debemos tratarlo como lo que es: un absoluto misterio. Las cosas que la gente hace no pueden, bajo ninguna condición, ser más importantes que el mundo. De modo que un guerrero trata el mundo como un misterio interminable, y lo que la gente hace, como un desatino sin fin. | "La clave de la brujería es el diálogo interno. Ésa es la llave que abre todo. Cuando un guerrero aprende a pararlo, todo se hace posible. Se logran los planes más descabellados."
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El arte del silencio interior
Una de las cosas que nos ocurren es que nos estamos hablando continuamente acerca de las cosas. Acerca de uno mismo, del mundo, de las personas. Entonces etiquetamos, ponemos distinciones, opinamos, generamos un juicio. Podríamos decir que estamos continuamente describiendo y sosteniendo la realidad con un discurso propio. Parecería entonces una utopía y que nos resulte imposible poner la mente en blanco con el objetivo de silenciarnos para captar lo que nos rodea sin las propias distorsiones. Al intentar lograrlo generalmente tenemos fantasías de lo que es poner la mente en blanco. Algunos imaginan literalmente pensar en el color blanco o intentar visualizar una pantalla de cine blanca, un paisaje nevado etc. Con estas fantasías de lo que es "poner la mente en blanco", seguimos metidos y creando desde el pensamiento. Del mismo modo hacemos descripciones del mundo, situaciones y personas, calificando de lindo, feo, bueno, malo, agradable, desagradable, "me conviene, no me conviene". Continuamos así sosteniendo nuestro propio discurso, nuestras propias opiniones. También está lo que nos describieron otros, algo que nos contaron de cómo deben ser las cosas. Seguimos contándonos esta realidad a nosotros mismo reacomodándola de acuerdo a nuestros gustos o disgustos. Generamos así más y más ilusión con nuestras interpretaciones sobre aquello que está u ocurre allí. Con este modo de intentar comprender lo que pasa no producimos en nosotros la calidad de silencio necesario para observar, conectarnos y palpar lo que realmente es. Las disciplinas orientales nos dicen que nada de esto tiene que ver con la Realidad. Este modo de funcionar y "leer" lo que pasa nos aleja de ella, nos impide ver escuchar o sentir lo que verdaderamente es para luego poder tomar nuestras decisiones y actuar en forma acorde a lo que realmente está pasando. Este diálogo interno o pensamiento cotidiano tiene un formato, un modo y se puede mapear, podemos darnos cuenta de cómo funciona. Imaginamos cosas como en una película, sucesos pasados o verse a uno mismo actuando, hablando y diciendo tal o cual cosa en el futuro. Podemos escuchar un discurso optimista o pesimista y esto parece venir de ciertos lugares del cuerpo o fuera de él. Esto es una forma de describir lo sucedido o lo que sucederá y obviamente es falso. Estaríamos interpretando, sobreinterpretando, imaginando. Esto crea algunos problemas. Por ejemplo cuando conocemos a una persona y nos decimos: "Esta persona se parece al tío Francisco". El tío Francisco puede haber sido buena o mala persona este recuerdo tiñe nuestra visión, nuestra escucha y nuestro sentir de este momento presente y a partir de nuestra descripción, bañada por el recuerdo, comenzamos a conectarnos desde un lugar irreal e inadecuado con esta persona que tenemos delante. No la observamos a ella, no escuchamos ya lo que dice ni prestamos atención a lo que hace. Está sobreimpuesta todo el tiempo ésta máscara del tío Francisco que le hemos puesto. Esto no solo lo hacemos con las personas, lo hacemos con los lugares, lo hacemos con las plantas, con los animales. A lo que son realmente le agregamos “lo nuestro”. Si uno lograse, hacer un alto del tiempo y pudiera parar con esta narración del mundo, de etiquetar, de imaginar de rellenar, de charlar sobre él, este parar nos permitiría realmente percibir lo que es.
"Parar el Mundo.El arte del silencio interior (1ª parte)"
"Parar el Mundo.El arte del silencio interior (2ª parte)" |
La sabiduría del silencio interno
Cultivar la sabiduría del silencio interno es uno de los mejores métodos para conservar nuestra energía, reequilibrar nuestro ser profundo, y preservar nuestra salud física, emocional y espiritual. La habladuría constante a través de nuestra mente y de nuestra boca, agotan el Chi, y nos debilitan considerablemente. El mental rechaza el silencio porque el silencio no tiene límites, no tiene forma, y no se puede definir. El mental ama los sonidos y los ruidos porque se parecen a los pensamientos. Se les puede dar una forma, una definición, analizarlos y conceptuarlos. El mental evita el silencio porque para el ego el silencio es el sonido de la muerte. Sin embargo, el silencio es el estado natural de todas las cosas, y es necesario aprender a respetar esto comenzando por el interior de nosotros mismos. Para poder penetrar en el Camino del Tao, debemos encarnar el silencio interno. Los sabios taoístas nos han legado una serie de consejos útiles y prácticos que descubrieron hace mucho tiempo gracias al cultivo del silencio interno. Habla simplemente cuando sea necesario, piensa lo que vas a decir antes de abrir la boca, sé breve y preciso, ya que, cada vez que dejas salir una palabra por la boca, dejas salir al mismo tiempo una parte de tu chi. Así aprenderás a desarrollar el arte de hablar sin perder energía. Nunca hagas promesas que no puedes cumplir. No te lamentes y no utilices en tu vocabulario palabras que proyecten imágenes negativas, porque esto producirá a tu alrededor todo lo que has fabricado con tus palabras cargadas de chi. Si no tienes nada bueno, verdadero y útil que decir, es mejor quedarse callado y no decir nada. Aprende a ser como un espejo, escucha y refleja la energía. El Universo mismo es el mejor ejemplo de un espejo que la Naturaleza nos ha dado, porque el Universo acepta sin condiciones nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones, y nos envía el reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de las distintas circunstancias que se presentan en nuestra vida. Si te identificas con el éxito, tendrás éxito; si te identificas con el fracaso, tendrás fracasos. Así, podemos observar que las circunstancias que vivimos son simplemente manifestaciones externas del contenido de nuestra habladuría interna. Aprende a ser como el Universo escuchando y reflejando la energía sin emociones densas y sin prejuicios. Siendo como un espejo, sin prejuicios, aprendemos a hablar de otra manera. Con el mental tranquilo y en silencio, sin darle la oportunidad de imponerse con sus opiniones personales, evitamos que tenga reacciones, emociones excesivas. Simplemente permite que una comunicación sincera y fluida exista. No te des mucha importancia, sé humilde, porque cuanto más superior te muestres, inteligente y prepotente, más te vuelves prisionero de tu propia imagen, viviendo en un mundo de tensión y de ilusiones. Sé discreto, preserva tu vida íntima, de esta manera te liberarás de la opinión de los otros, y llevarás una vida tranquila, volviéndote invisible, misterioso, indefinible e insondable como el Tao. No compitas con los demás, vuélvete como la Tierra que nos nutre, que nos da lo que necesitamos. Ayuda a los otros a percibir sus cualidades, sus virtudes, y a brillar. El espíritu competitivo hace que crezca el ego, y crea conflictos inevitablemente. Ten confianza en ti mismo, preserva tu paz interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los otros. No te comprometas fácilmente, si actúas de manera precipitada, sin tomar consciencia profundamente de la situación, te vas a crear complicaciones. La gente no tiene confianza en aquellos que dicen «sí» muy fácilmente, porque saben que ese famoso «sí», no es sólido y le falta valor. Toma un momento de silencio interno para considerar todo lo que se presenta y toma tu decisión después. Así desarrollarás la confianza en ti mismo y la sabiduría. Si realmente hay algo que no sabes, o que no tienes la respuesta a la pregunta que te han hecho, acéptalo, el hecho de no saber es muy incómodo para el ego, porque le gusta saber todo, siempre tener razón, y siempre dar su opinión muy personal. En realidad el ego no sabe nada, simplemente hace de cuenta que sabe. Evita el hecho de juzgar y de criticar. El Tao es imparcial y sin juicios. Uno se hace un favor si silencia la razón. Hay resistencias tremendas a ideas, juicios... El hombre es un tanto por ciento de razón y de otras cosas. La maravilla la hace el hombre cuando no piensa. Es tremendo someter todo a los criterios de la razón. Eso es un atropello. El hombre tiene otra parcela que es la imaginación. Es una parcela importante. La imaginación trabaja mucho. Te ilusionas. A veces haces horas extraordinarias. No deja de trabajar. Hay que dar descanso. Devolver al silencio la imaginación. Para que luego pueda ser más creativa. El mundo de nuestra emoción es otra pieza que hay que hacer descansar. En un breve espacio de tiempo se está desalentado, animado, furioso, contento... Las emociones ahogan. Hay que devolver la calma. No excitarlas, darles calma. No nos pueden estrechar ni cansar. Devolver el silencio a la emoción. Es un acto lleno de salud. Otra pieza que existe en nosotros es la voluntad de desearlo todo. De poseerlo. Es bueno dar silencio a nuestra voluntad. El deseo nos orienta hacia fuera. No hay que desear nada. No es preciso. En este campo profundo todo está ya en el hombre. Todos los recursos están dentro. Hay que tener confianza. Hay que sospechar que los recursos que necesitamos para vivir están dentro. El silencio es bueno para alejar los deseos de uno mismo. Si yo vivo deseando algo, me apoyo en otra cosa. Surge la agitación. Nos aíslan de nosotros mismos. Silencio en nuestros deseos. Para no alejarnos de nuestro corazón. Cuando todas las piezas entran en sosiego puede brotar la intuición. Es una luz rápida. Se enciende en nosotros y nos ayuda a caminar. Cuando algo se ve desde dentro, no se necesita ayuda ni respuesta. Nadie puede cambiarnos si la luz se hace dentro. Nadie puede decirnos nada. Esta luz sólo se pone en marcha cuando todo se serena. No somos lo que nos empeñamos ser. Un silencio para permitirse ser. Permitirse vivir. La intuición es hija del silencio. La presencia del Reino en nosotros se intuye desde el silencio. El silencio es el espacio para esta intuición, esta revelación. No es callar por callar. Es callar para permitir que la vida se dilate, se expanda. Son los ruidos los que tapan esa fuerza interior. Los que nos dividen en mil piezas sin sentido. Acallarlos es encontrar de nuevo la confianza y la salud. | - |
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Del Silencio interno y Místico
"Tres formas hay de silencio: El primero es de palabras, el segundo de deseos y el tercero de pensamientos. El primero es perfecto, más perfecto es el segundo y perfectísimo el tercero. En el primero, de palabras, sé alcanza la virtud; en el segundo, de deseos, se consigue la quietud; en el tercero, de pensamientos, el interior recogimiento. No hablando, no deseando ni pensando, se llega al verdadero y perfecto silencio místico, en el cual habla Dios con el alma, se comunica y le enseña en su más íntimo fondo la más perfecta soledad y alta sabiduría. A esta interior soledad y silencio místico la llama y conduce cuando le dice que le quiere hablar a solas, en lo más secreto e íntimo del corazón. En este silencio místico has de entrar si quieres oír la suave, interior y divina voz. No basta con huir del mundo para alcanzar ese tesoro ni tampoco renunciar a sus deseos ni desapegarse de todo lo criado, si no te despegas de todo deseo y pensamiento. Reposa en este místico silencio y abrirás la puerta para que Dios se comunique, té una consigo y te transforme. La perfección del alma no consiste en hablar ni en pensar mucho en Dios, sino en amarle mucho. Alcanzase este amor por medio de la resignación perfecta y el silencio interior. Desengáñate, que no está el amor perfecto en los actos amorosos ni en las tiernas jaculatorias, ni en los actos internos con que tú le dices a Dios que le amas más que a ti misma. Podrá ser que entonces te busques más a ti y a tu amor que el verdadero y de Dios; porque obras son amores, que no buenas razones... ...Procura con silencio resignarte en todo que, de ese modo, sin decir que le amas, alcanzarás el amor perfecto, el más quieto, eficaz y verdadero... ...La divina sabiduría es un conocimiento intelectual e infuso de las divinas perfecciones y de las cosas eternas, que más debería llamarse contemplación que especulación. La ciencia es adquirida y engendra el conocimiento de la naturaleza. La sabiduría es infusa y engendra el conocimiento de la divina bondad. Aquélla quiere conocer lo que se alcanza sin trabajo y sudor; ésta desea ignorar que conoce y, por eso mismo, lo alcanza todo."
El presente texto ha sido extraído
del libro de Miguel de Molinos
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Más allá del pensamiento
Pensar es una etapa en la evolución de la vida. La naturaleza existe en una quietud inocente que es anterior a la aparición del pensamiento. El árbol, la flor, el pájaro o la roca no son conscientes de su propia belleza y santidad. Cuando los seres humanos se aquietan, van más allá del pensamiento. La quietud que está más allá del pensamiento contiene una dimensión añadida de conocimiento, de conciencia. La mayoría de la gente se pasa la vida aprisionada en los confines de sus propios pensamientos. Nunca van más allá de un sentido de identidad estrecho y personalizado, fabricado por la mente y condicionado por el pasado. En ti, como en cada ser humano, hay una dimensión de conciencia mucho más profunda que el pensamiento. Es la esencia misma de tu ser. Podemos llamarla presencia, alerta, conciencia incondicionada. Hallar esa dimensión te libera, y libera al mundo del sufrimiento que te causas a ti mismo y a los demás cuando sólo conoces el "pequeño yo" fabricado por la mente, que es quien dirige tu vida. El amor, la alegría, la expansión creativa y una paz interna duradera sólo pueden entrar en tu vida a través de esa dimensión de conciencia incondicionada. Si puedes reconocer, aunque sea de vez en cuando, que los pensamientos que pasan por tu mente son simples pensamientos, si puedes ser testigo de tus hábitos mentales y emocionales reactivos cuando se producen, entonces esa dimensión ya está emergiendo en ti como la conciencia en la que ocurren los pensamientos y emociones. La corriente de pensamientos tiene una enorme inercia que puede arrastrarte fácilmente. Cada pensamiento pretende tener una gran importancia. Quiere captar toda tu atención. No te tomes tus pensamientos demasiado en serio. Tienes que ser más amplio que el pensamiento para darte cuenta de que tu manera de interpretar "tu vida", o la vida o conducta de otra persona, cualquier manera que tengas de juzgar una situación, no es más que un punto de vista, una de las muchas perspectivas posibles. No es más que una cadena de pensamientos. Pero la realidad es una totalidad unificada donde todas las cosas están entrelazadas, donde nada existe en y por sí mismo. El pensamiento fragmenta la realidad, la corta en pedazos y en fragmentos conceptuales. La mente pensante es una herramienta útil y poderosa, pero también muy limitante cuando se adueña completamente de tu vida, cuando no te das cuenta de que sólo es un pequeño aspecto de la conciencia que eres. Cuando estás inmerso en el pensamiento compulsivo, estás evitando lo que es. No quieres estar donde estás. Aquí, Ahora. ¿Cuál es el error básico? La identificación con el pensamiento. El despertar espiritual es el despertar del sueño del pensamiento. El reino de la conciencia es mucho más vasto de lo que el pensamiento puede entender. Cuando dejas de creerte todo lo que piensas, sales del pensamiento y ves con claridad que el pensador no es quien tú eres. El pensamiento que no está enraizado en la auto-conciencia se sirve a sí mismo y es disfuncional. El ingenio exento de sabiduría es extremadamente peligroso y destructivo. Constituye el estado habitual de la mayor parte de la humanidad. La expansión del pensamiento por vías científicas y tecnológicas, aunque no es intrínsecamente bueno ni malo, también se ha vuelto destructivo, porque muy a menudo el proceso mental del que surge no hunde sus raíces en la conciencia. El paso siguiente en la evolución humana es trascender el pensamiento. Actualmente es nuestra tarea más urgente. Esto no implica dejar de pensar, sino dejar de identificarse completamente con el pensamiento, dejar de estar poseídos por el pensamiento.
Texto tomados del libro "El silencio habla"
de Eckhart Tolle
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martes, 8 de marzo de 2011
EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO
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1 comentario:
Buenísimo!! Infinita gratitud.
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